Elige cualquier tipo de montaje( MENOS EL LINEAL), de los revisados en clases. Echa a volar tu imaginación con una historia que contar, escríbela, planifica los diálogos y comienza a grabar. Luego elige un buen programa de edición...y ya está.
PAUTA DE EVALUACIÓN:
Correcta aplicación del montaje elegido( 7 p.)
Historia "entendible"(3 p.)
Creatividad(3 p.)
Buena calidad de sonido(3 p.)
Buena calidad de imagen(3 p.)
TOTAL: 19 puntos(7,0)
11 puntos (4,0)
FECHA DE EVALUACIÓN:
4° MEDIO C: 09 noviembre
4° MEDIO A: 13 noviembre
¿EXTENSIÓN? Lo que necesites para que el uso de montaje quede claro.
BUENA SUERTE!!!!!!
puedes revisar la Etiqueta cortometraje de este blog.
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lunes, 22 de octubre de 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
GUÍA
DE LITERATURA CONTEMPORÁNEA
Realidad inabarcable e ilógica
A diferencia de la seguridad propia del proyecto humano del siglo
XIX, la literatura contemporánea se encargará de exhibir la imposibilidad de ordenar
y comprender el mundo como un todo. La posibilidad de una verdad universal o
igual para todos se había desvanecido, pues la estabilidad que el concepto de
razón daba al ser humano estaba puesta en duda.
De esta manera, ya no encontraremos en esta época obras que
configuren un mundo coherente, en el cual las cosas sucedan siempre por una
causa lógica, sino que veremos textos literarios que contradicen los modelos
habituales de creación. Esta ruptura se expresa a través de los elementos que
se señalan a continuación. Es importante que consideres que no se trata de que
cualquier obra contemporánea tenga TODOS estos rasgos, sino que es posible que
encuentres uno o varios de ellos al leer una obra escrita durante los siglos XX
o XXI.
Representación subjetiva del tiempo
Vimos en el Módulo 2 que la estructura tradicional de la
narración y del drama estaba constituida por la secuencia presentación, nudo
o desarrollo, clímax y desenlace. De esta manera, las
acciones de la narración se presentaban en el orden que cronológicamente les
correspondía. Este es uno de los rasgos que la literatura contemporánea va a
romper: se alterará esta noción cronológica del tiempo y con ello, las
relaciones de causalidad entre los acontecimientos exhibidos en las obras. Si el
mundo ya no se puede abarcar como una totalidad, entonces la única forma de
percibirlo es a través de la propia conciencia. Es por ello que el tiempo en la
narración y el drama contemporáneos será subjetivo, es decir, no estará guiado
por un orden externo a los hechos, sino que se ordenará de acuerdo con la
conciencia de los personajes. Quizás esta diferencia te quede más clara si la
comparas con el relato ordenado que podrías hacer de tu propia vida, partiendo
por tu nacimiento y siguiendo en orden hasta el momento actual, en contraste
con uno que se ordenara según lo que recuerdas primero y lo que recuerdas
después. Desde esta perspectiva, podrías comenzar perfectamente por algún
instante de tu adolescencia, luego saltar a tu niñez, después volver a la adolescencia
y finalmente hablar sobre tu etapa actual, sin que exista un orden cronológico
claro o lineal. Esto sucede, por ejemplo, en obras como Hijo de Ladrón,
del escritor chileno Manuel Rojas, que se inicia en un momento que corresponde
a la parte final de la historia, luego retrocede hacia la infancia del
personaje, desde donde avanza intercalando distintos instantes, hasta volver al
lugar en que la obra comenzaba. En obras como esta será el lector el que
reconstruya el orden de los hechos, pues este no viene dado en el texto.
Uno de los procedimientos para representar el tiempo de manera
subjetiva es el flash back, que consiste en un rápido retorno al pasado
en la trama, que luego vuelve al presente. Seguramente has visto este recurso
en el cine, cuando algún personaje de la película recuerda brevemente un
instante de su juventud y luego vuelve al presente. En ese caso, estamos
viviendo el tiempo desde la conciencia del personaje y no de una forma ordenada
desde fuera.
Para comprender mejor la idea de la representación subjetiva del
tiempo, te recomendamos ver películas como Memento, en la cual la
narración ocurre de manera inversa (desde el final hacia el principio) o El
gran pez, que se estructura a través del recurso del flash back.
Variedad de voces narrativas y predominio de
la primera persona
Si el siglo XIX creía en la posibilidad de conocer y ordenar el
mundo de manera objetiva, el tipo de narrador más adecuado para esta época era
el omnisciente (Módulo 2): aquel que no participa de la historia, sino
que la ve desde fuera y conoce todo lo que en ella sucede. Por el contrario,
para un siglo XX que comenzaba a cuestionar cualquier discurso ordenador del
mundo, la única forma de narrar será desde la conciencia personal que, a su
vez, se confundirá con otras voces.
Así, encontrarás que en gran parte de las obras contemporáneas
predomina el narrador en primera persona, por lo tanto, que es protagonista o
testigo de la historia. Analicemos, a modo de ejemplo, el siguiente fragmento
del cuento “Escuchar a Mozart”, de Mario Benedetti:
Pensar, capitán Montes, que hubieras podido
seguir durmiendo tu siesta. En realidad, estás cansado. Hay que reconocer que
la faena de anoche fue dura, con esos doce presos que llegaron juntos, ya
bastante maltrechos, y ustedes tuvieron que arruinarlos un poquito más. Eso
siempre te deja un malestar, sobre todo cuando no se consigue que suelten nada,
ni siquiera el número de zapatos o el talle de la camisa. Las pocas veces en
que alguien habla, pensando [pobre ingenuo] que eso quizá signifique el final
del infierno, entonces el trabajo sucio te deja por lo menos una satisfacción
mínima. Después de todo, te enseñaron que el fin justifica los medios, pero vos
ya no te acordás mucho de cuál es el fin. Tu especialidad siempre fueron los
medios, y éstos deben ser contundentes, implacables, eficaces. Te metieron en
el marote que estos muchachitos tan frescos, tan sanos, tan decididos [vos
agregarías: y tan fanáticos], eran tus enemigos, pero a esta altura ya ni
siquiera estás demasiado seguro de quiénes son tus amigos. Por lo menos sabés a
ciencia cierta que el coronel Ochoa no es tu amigo. El coronel, que jamás se
mancha el meñique con ningún trabajo que apeste, te considera un débil, y te lo
ha dicho delante del teniente Vélez y del mayor Falero. Vos no siempre alcanzás
a comprender cómo Falero y Vélez pueden efectuar tan calmosamente un
interrogatorio tras otro, sin perder nada de su compostura, sin que se les
afloje un botón ni se les desacomode el peinado, negro y engominado en Falero,
ondeado y pelirrojo en Vélez. La siesta te deja siempre de mal humor. Pero hoy
estás especialmente malhumorado. Quizá porque Amanda te sugirió anoche,
tímidamente, después de haber hecho el amor con una tensión inevitable y
frustrante, si no sería mejor que, y vos estallaste, casi rugiste de
indignación y despecho, acaso porque también pensabas lo mismo, pero a
quién se le ocurría ahora pedir el retiro, algo que siempre despierta
fastidiosas sospechas y aprensiones. (Benedetti, Mario: Cuentos Completos,
Seix Barral, Buenos Aires, 1994).
¿Ves cómo se mezclan las voces en la
narración? Hay, en primer lugar, un “yo” que asume la voz principal y que se
refiere a lo que hacen y dicen los otros. Sin embargo, la primera persona se
mezcla con la constante apelación a un “tú”: el capitán Montes. Sabemos lo que
hace y dice este personaje, pero siempre desde el punto de vista del narrador,
que está ironizando las costumbres y dichos del capitán. Entre estas voces,
aparece también la voz del capitán en frases como: “vos agregarías: y tan
fanáticos”, “a quién se le ocurría ahora pedir el retiro”. Por otra parte,
podemos observar también la presencia de una nueva voz, la de Amanda, diciendo
“si no sería mejor que”. A diferencia de una narración tradicional, en la cual
el narrador omnisciente ve todo con una mirada externa, aquí el narrador está
completamente involucrado con el habla y el pensamiento de sus personajes. De
hecho, es difícil distinguir la voz de los personajes de la del narrador, por
ejemplo, en el caso de lo que dice Amanda. Esto no ocurriría en una narración
tradicional, ya que los parlamentos de los personajes serían presentados en
forma de diálogo directo. En el caso de este cuento, si se hubiera planteado de
una forma tradicional, habríamos leído algo así:
El capitán había hecho el amor con Amanda,
de una manera tensa y frustrante, tras lo cual ella le dijo:
- ¿No
sería mejor que…?
- ¡A
quién se le ocurriría ahora pedir el retiro! – interrumpió indignado el
capitán, como adivinando lo que diría Amanda.
¿Notas la diferencia? En este caso los
diálogos son presentados en un estilo denominado “directo”, pues se cita
directamente lo dicho por el personaje. En el caso del cuento de Benedetti, se
detecta el uso del estilo “indirecto libre”, es decir, que no separa claramente
los límites entre la voz del narrador y lo dicho por los personajes. Hay un
tercer estilo: el “indirecto”. En él, el narrador señala dentro de su relato lo
dicho por los personajes, pero con límites claros. Si el cuento que leíste hubiera
utilizado este estilo, leerías algo como esto:
Tras hacer el amor de una manera frustrante
y tensa, Amanda comenzó a decirle al capitán si “no sería mejor que…”, pero fue
brutalmente interrumpida por él, que señaló que a quién se le ocurriría ahora pedir
el retiro.
Por otro lado, la temática del cuento
también presenta problemáticas habituales en la literatura del siglo XX: el
capitán aparece como un sujeto que es manejado por estructuras de poder, que no
tiene muy claro lo que quiere, que tiene una relación amorosa poco
satisfactoria y que vive en medio de la frustración. En la literatura anterior
a este siglo, es probable que la figura de un capitán haya sido muy distinta.
Habría sido un sujeto valiente, heroico, con confianza en sí mismo y en los ideales
que defiende.
Monólogo interior o corriente de
la conciencia
Se trata de dos formas de denominar un mismo
recurso, así que no te confundas pensando que son dos cosas distintas. Lo que
sucede es que “monólogo interior” es la expresión que los estudiosos franceses
de la literatura dieron a este fenómeno y “corriente de la conciencia” es la
forma en que los teóricos ingleses lo llamaron. Pero, ¿qué es?
¿Has pensado en la forma en que tu mente
habla a diario, por ejemplo, mientras caminas por la calle? Habitualmente no es
un pensamiento totalmente ordenado, que razone solo sobre un tema y sus causas
y efectos. Lo que realmente hacemos cuando pensamos es divagar y pasar de una
idea a otra, sin un hilo conductor muy claro. Esto es precisamente lo que los
escritores contemporáneos quisieron llevar a la literatura. Como ya no se creía en la posibilidad de
mirar el mundo de una manera externa y objetiva, el “monólogo interior” se
presentaba como una forma adecuada de evidenciar cómo el mundo únicamente se podía
ver desde el desorden de nuestros pensamientos. Para que entiendas mejor este
concepto, trabajemos con un ejemplo del escritor cubano Reinaldo Arenas:
Ya está la vieja llamándome. Ya está
tratando de buscar la manera de incomodarme. Desgraciada. Qué madre me he
sacado. Para mí que me persigue. Sí, me persigue. Si voy a la cocina se me
queda mirándome, como un perro mira a una persona que está comiendo. Y
enseguida me entra una incomodidad que me dan ganas de tirarle el caldero a la
cabeza. Si entro en el cuarto me pregunta qué quiero, que si se me ha perdido
algo. Me lo pregunta así, como si fuera una gatica que no quiere hacer daño.
Vieja cabrona, como si yo no tuviera con lo que tengo para soportar, de ñapa,
que me vigilen. ¿Es que piensan que me voy a ir con un hombre? Ojalá. Pero no
sé quien va a cargar conmigo, si ya estoy que ni el amolador de tijeras me
piropea; y antes, por cierto, hasta me sacaba conversación y todo. Aunque
primero muerta que casada con el amolador de tijeras. Pero, en fin, el caso es
que ya ni siquiera me mira. Y el vendedor de helados hace un siglo que ni pasa
por aquí. Ése era otro de mis pretendientes...
(Arenas, Reinaldo: El palacio de las
blanquísimas mofetas, Editorial Tusquets, Barcelona, 2001).
En este caso el personaje no desarrolla sus
ideas de manera organizada, sino que deja que sus pensamientos fluyan de
acuerdo a lo que siente. Encontramos una mezcla de personajes, de ideas y de
hechos que se desarrollan sin un orden lógico. Además, el personaje comienza
hablando de la molestia frente a su madre, luego de su incomodidad frente a la
vigilancia sobre ella, para saltar inmediatamente a su deseo de estar con un
hombre y después a la carencia de un hombre que se interese por ella, mezclando
esto también con el recuerdo acerca de sus pretendientes. Así, ya no vemos a un
narrador omnisciente al cual debemos creer todo lo que nos dice acerca de sus
personajes, sino que vemos al personaje exponiendo directamente sus
pensamientos y sentimientos.
Si te fijaste bien, además, al igual que en
el cuento de Benedetti, este texto presenta a un sujeto que no está feliz con
su vida, que se siente frustrado por la imposibilidad de tener una pareja y que
mantiene una relación tensa y negativa con su madre. El amor en la época
contemporánea, entonces, ya no es un sentimiento asociado a la idealización del
otro ni a la felicidad, sino que se constituye como una forma de evidenciar la
soledad del ser humano.
Montaje y enumeración caótica
¿Sabes cómo se hace una película?
Habitualmente se filman las escenas por separado y muchas veces, hasta que se
considera que el resultado es óptimo. Una vez que ya están todas las escenas
filmadas, hay un editor que debe encargarse de seleccionar distintos fragmentos
de las escenas y de juntarlos para armar el resultado final, que es la película
que vas a ver al cine. Este procedimiento se llama “montaje” y es el mismo que
en las obras de la literatura contemporánea se utiliza para organizar el texto.
A diferencia de una obra tradicional, en la cual es clara la relación entre un
enunciado y otro, entre una escena y otra, en las obras contemporáneas se
refleja la percepción fragmentada del mundo por medio del montaje de un
enunciado sobre otro. Por lo tanto, será el lector el que tenga que proponer
una lectura que dé un significado posible a esa serie de fragmentos.
Observa el siguiente ejemplo de utilización
del montaje:
Dónde
estará la puerta? Dónde estará la puerta
y siempre nos damos de bruces
Con los espejos de la vida
Con los espejos de la muerte
ETERNA Juventud
Vejez ETERNA
Ser siempre el mismo espejo que le damos la
vuelta
se agitan las manos amarillas
y se pierden las otras manos
y en este todo-nada de espejos
ser de MADERA
y sentir en lo negro
HACHAZOS DE TIEMPO
m a r
Yo tenía 5 mujeres
y una sola querida
(Oquendo de Amat: Cinco metros de Poemas,
Lima, Editorial Colmillo Blanco, 1990).
Como puedes apreciar, hay una superposición
de versos, palabras escritas con distinta tipología o tamaño y sin mayor
ilación, etc. En una versificación tradicional, se intentaría vincular los
versos entre sí de modo de evidenciar una relación entre ellos (un enunciado
más importante que otro, algunos como consecuencia de otros, etc.). En cambio,
en este poema notamos que predomina la conjunción copulativa coordinante “y”,
que solo adiciona elementos, sin señalar la importancia de unos frente a otros.
Por lo tanto, correspondería a un collage de versos, algunos de los
cuales incluso podríamos ubicar en lugares distintos de los que están, sin
alterar el sentido global del poema.
IMPORTANTE: si bien en la literatura
contemporánea se evidencia continuamente la falta de cohesión entre los versos
que componen un poema (por ejemplo el caso de las Vanguardias, en que a través
del montaje o la enumeración caótica se superponen elementos aparentemente sin
vinculación), a través de la lectura es posible interpretar dichos textos y
otorgarles una coherencia global, de modo de determinar de qué trata
básicamente el texto. Por lo tanto, podemos decir que si bien en la
literatura contemporánea muchas veces los textos carecen de cohesión (ilación
entre enunciados o versos), eso no quiere decir que no se les pueda dar una
coherencia y por tanto un sentido. Si quieres saber más sobre el tema de
cohesión y coherencia y conectores, puedes ver este tema en el eje de Lengua
Castellana correspondiente a este módulo.
Lee el siguiente ejemplo de enumeración
caótica:
No sabía qué hacer con Chloé. Quizás
llevarla a un salón de té, pero de ordinario el ambiente es más bien deprimente,
y no le gustan las señoras glotonas de cuarenta años que se comen siete
pasteles de nata con el dedo meñique estirado. No concebía la glotonería, sino
en los hombres, en quienes cobra pleno sentido sin quitarles su dignidad
natural. Tampoco al cine, porque no quería. Tampoco al diputódromo, porque no
le gustaría. Tampoco a las carreras de terneros, porque tendría miedo. Tampoco
al hospital Saint-Louis, porque está prohibido. Tampoco al museo del Louvre,
porque detrás de los querubines asirios se esconden los sátiros. Tampoco a la
estación Saint–Lazare, porque no hay más que carretillas y ni un solo tren.
(Boris Vian: La espuma de los días,
Editorial Cátedra, 2ª edición, Madrid, 2002).
Si lees con atención la parte final del
texto anterior, notarás que el personaje piensa en una serie de lugares donde
llevar a Chloé. Estos lugares aparecen como una lista de situaciones que van de
menos a más absurdas: ¿existen los diputódromos?, ¿las carreras de terneros?,
¿son lugares apropiados para llevar a una chica en una cita? En una lectura
atenta es posible formular un sentido para esta enumeración caótica, que lo es
solo en apariencia, puesto que el trabajo del lector es darle un sentido:
diputódromo puede ser un lugar en que se pasean los diputados o tal vez la
propia cámara de diputados pero referida al modo de un hipódromo; hay con ello
un juicio de valor acerca de esta actividad. Toda enumeración caótica requiere
un esfuerzo mayor del lector, que debe formular un sentido posible a lo
enunciado en el texto.
La literatura como tema de sí misma
La gran diferencia entre la literatura
contemporánea y la tradicional, es que toma conciencia del proceso de escribir
una obra. Por ejemplo, encontrarás obras teatrales como Seis personajes en
busca de un autor, en la cual se evidencia el proceso de configuración de
la obra de teatro y el mismo director aparece en escena. Solamente si son
capaces de reconocer los principios que componen una obra tradicional, los
escritores contemporáneos se podrán oponer a ellos a través de los recursos que
vimos en la sección anterior. Esta reflexión sobre el propio proceso de
escritura se manifestará de tres maneras:
Manifiestos:
A principios del siglo XX, surgen una serie
de publicaciones en las cuales un grupo de escritores explicaba su punto de
vista acerca de la literatura. Estos textos se llaman “manifiestos”. Veamos un
ejemplo:
El Arte nuevo y la Literatura han recorrido
los circuitos ideológicos, hasta en los países más antipódicos a Chile. Han
hecho su trayectoria, subsolar y clandestina al principio, abierta y
magníficamente frutal más tarde. Europa es hoy el tablero de una planta
eléctrica, donde se abren bajo el gobierno de fosforescentes operadores, las
múltiples rosas amarillas de las ampolletas. Y de ese enorme tablero parten
incontables ISMOS, cables submarinos o terrestres que han buscado los
intersticios eocénicos, traspasando invertebradamente los estratos seculares
para transmitir a las 4 esquinas de la Rosa Náutica la nueva vitalidad
eléctrica, la futurista sensibilidad y la debiscencia jugosa del humour que en
Europa, corazón del planeta, han sustituido a los ancestralismos fatalistas.
Las manifestaciones perforantes de aquellos
epimeteos adolescentes en los estrados académicos, un día cualquiera, gritaron
su credo arbitrario, su nuevo Credo, el nacido de sus nervios voltaizados ante
el aspecto de las modernas ciudades, que sintonizan la hora actual con la
respiración de los mil pulmones de sus usinas acezantes, sonaron a cosa absurda
y combatible hasta en los países mas ecuánimes y espirituales, porque es
condición de los hombres no creer sino en lo que les enseñaron.
(Rosa Náutica, Cartel publicado por
la Editorial “Tour Eiffel”, Valparaíso, 1922?).
Puedes ver como en este manifiesto se
proclama la necesidad de renovar el arte, abandonando la mirada tradicional o
de los “estrados académicos” y los “ancestralismos fatalistas”. Este nuevo arte
nace de los “nervios voltaizados ante el aspecto de las modernas ciudades”, es
decir, se relaciona con los cambios que los seres humanos veían en su entorno a
principios del siglo XX: el crecimiento de las ciudades, los avances de la
técnica, la llegada de los automóviles y los edificios, etc. La nueva forma de
hacer arte debe tener “vitalidad”, ser “futurista” y tener “humor”. Por otra
parte, puedes darte cuenta de que como parte de esta revolución artística
impulsada por Huidobro, él intenta innovar en el uso del lenguaje, utilizando
términos que antes no existían o que no estábamos acostumbrados a escuchar,
como, por ejemplo; “voltaizados”, “subsolar”, “debiscencia”, etc.
Si quieres ver otros ejemplos de manifiestos, te invitamos a
visitar los siguientes sitios web:
http://www.iespana.es/legislaciones/manifiestos.htm
http://www.uchile.cl/cultura/huidobro/manifiestos_principal.htm
http://raulygustavo.tripod.com/LUSigloXX5a/id2.html
Intertextualidad:
A lo largo de la historia de la literatura,
una vez que se da importancia a la figura del autor, se dio importancia también
a la originalidad de las obras y se les asignaba un menor o mayor valor de
acuerdo a la novedad de su propuesta. Esto significa que antes de la literatura
contemporánea se pensaba que era posible partir “de cero” al escribir un texto,
sin reconocer ninguna relación con obras de épocas anteriores, ya que ello habría
sido considerado una copia. Por el contrario, la literatura que se desarrolla
en el transcurso del siglo XX comienza a reconocer la presencia de otros textos
dentro de los suyos, es decir, de la inevitable herencia de la literatura
anterior que se observa en todo texto. Para reflexionar sobre este tema, los
autores de esta época utilizarán la intertextualidad como recurso, o sea,
evidenciarán la presencia de otros textos en los suyos. El argentino Jorge Luis
Borges, por ejemplo, lleva al extremo este recurso señalando que existe un Quijote
de la Mancha escrito por Pierre Menard (autor ficticio) y cuyo texto es
exactamente igual al de Cervantes y, así todo, distinto. Se niega la
importancia de la originalidad y se evidencia cómo todo texto literario contiene
en sí otros textos de épocas anteriores.
Rupturas genéricas:
En la literatura contemporánea encontrarás muchas veces un poema
inserto en una novela o en una obra de teatro, encontrarás también poemas en
los que se utilizan términos propios de la música, poemas “visuales” que son
una mezcla de literatura y arte, textos en prosa que contienen fragmentos cuyo
lenguaje es más bien poético, etc. Esto porque la visión tradicional de la
literatura establecía la división categórica entre las diferentes disciplinas
artísticas y, dentro de la literatura, la separación entre los distintos
géneros que la componen. Frente a esta visión delimitadora, la literatura
contemporánea se manifestará en contra y su respuesta será mezclar los géneros,
utilizar indistintamente sus recursos, como una forma de romper la visión
clasificadora de la literatura y obtener más libertad en su proceso creativo.
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